Me encarga el embajador de Irán la estatua del Sha de Persia Mohammad Reza Pahlevi. Se complica, porque tengo que hacerlo sobre fotos y no logró dar con el parecido. Viajo a Terán donde me recibe y posa para mi el Sha.
El Sha era un hombre con una mirada penetrante y carácter muy amistoso. Las medidas de seguridad hasta llegar a el eran impresionantes. El barro que yo llevaba para realizar el busto me lo pincharon veinte veces.
Mi primera y última incursión en el cine. Me aconsejaron que siguiera con la escultura, ser actor no era lo mío... Disfruté mucho con la experiencia y sobre todo con la escena que estoy compartiendo habitación con José Luis Ozores.
José Torres Guardia, el escultor honesto
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